Hablemos de escenografía o de diseñar para el teatro

Por David J. Rocha Cortez

Cuando asistimos al teatro se devela ante nuestros ojos un mundo de ficción inimaginable. Cuando se abre el telón aparecen cuerpos, vestuarios, luces, espacios, todo un mundo visualmente recreado. El teatro como hecho escénico, como suceso que ocurre en el aquí y ahora de la representación, es una convergencia de múltiples lenguajes artísticos en el que el diseño juega un papel fundamental.

A finales del siglo XIX e inicios del XX, en el teatro occidental, se piensa la escenografía como un aspecto vinculado a la puesta en escena. Es decir, se le da un sentido, un concepto, forma parte de aquellos elementos que “cuentan” dentro de la acción que se desarrolla en el escenario. Antes, se pensaba la visualidad de una obra como decorado es decir como adorno, como creación de un ambiente visual que fuera agradable a la vista. Aquí radica una de las mayores diferencias entre escenografía y decorado: el enfoque que tenga el diseño dentro de la puesta en escena. Generalmente, la primera está inmersa en el mundo narrativo de la obra, se concibe el mundo visual como una extensión que está en diálogo con personajes, historia, estructura; la segunda, se piensa como una organización de elementos en el espacio, como una forma de ambientar.

La escenografía es un entramado complejo de elementos. Este entramado inicia con un arduo trabajo de conceptualización del diseñador/a escénico, este artista trabaja en conjunto con quien dirige y otras veces se vincula en los procesos de ensayo y montaje, trabaja con el elenco y entrega su producto final a prueba de ensayos y errores. El entramado se complejiza con los materiales visuales que se van construyendo específicamente para la obra. Estos conforman diferentes conjuntos que podemos organizar de la siguiente manera:

Espacio escénico o arquitectura teatral: Es el área donde se desarrolla la acción dramática. Puede ser un escenario convencional, una plataforma elevada o incluso un espacio no convencional, dependiendo de la producción y la visión que se tenga de la representación. Es fundamental tener en cuenta el espacio físico sobre el que se va a montar el entramado visual de la ficción teatral.

Arquitectura efímera: Biombos, telones, paredes falsas, etc. Son las estructuras temporales que se construyen en el escenario para representar los diferentes ambientes de la

obra. Estas estructuras pueden ser simples o elaboradas, según las necesidades de la obra y las posibilidades del espacio escénico.

Utilería: vasos, copas, sogas, armas, teléfonos, sillas, mesas, muebles, etc. Son los objetos que se utilizan en la escena para ayudar a contar la historia. La utilería debe ser coherente con la época y el lugar en que se desarrolla la obra. Además, su estética debe estar en consonancia con la propuesta conceptual.

Vestuario: vestidos, pantalones, camisas, sombreros, zapatos, shorts, telas que cubren el cuerpo, etc. Es la indumentaria que llevan los actores y actrices en escena. El vestuario es fundamental para caracterizar a los personajes abonando a la representación interior y exterior de los mismos.

Maquillaje y caracterización: Son técnicas utilizadas para transformar la apariencia física de los actores, permitiéndoles interpretar roles que pueden estar alejados de su aspecto físico.

Iluminación: La iluminación en el teatro es esencial para crear distintos ambientes, resaltar personajes o elementos importantes, y dirigir la atención del público. La iluminación también puede utilizarse para transmitir emociones y crear efectos dramáticos.

Ambientación: Es el conjunto de elementos visuales que se utilizan para crear la atmósfera de la obra, como telones, cortinas, iluminación, efectos sonoros, etc. La ambientación ayuda a situar al espectador en el tiempo y el lugar de la acción.

En el mundo de ficción de la escena, la escenografía juega un rol fundamental. El espacio escénico se convierte en un mundo aparte, un lugar donde los sueños se hacen realidad y la realidad se transforma en un sueño. El teatro se convierte en un arte total, en una experiencia sensorial y emocional que nos hace reflexionar, soñar y sentir. Y al final, cuando se apagan las luces y se cierra el telón, la escenografía espera para volver a la vida en la siguiente función.